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8 mar 2025 | 20 MIN.
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Armada de la UE: ¿mito, realidad o una necesidad urgente?

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Yurii Boiko

Photo: Carnegie Endowment for International Peac

Recientemente, el presidente Zelenski volvió a enfatizar la necesidad de crear un ejército europeo fuerte y unificado, subrayando que los cambios deben surgir desde dentro de la propia Unión Europea. Esto se ha vuelto aún más relevante en el contexto de la nueva estrategia de la administración estadounidense, que busca contener la agresión rusa sin la participación de Ucrania ni de la UE.

En este contexto, se celebró una reunión de emergencia en París, donde los líderes de los países más poderosos de la UE, el primer ministro del Reino Unido y el secretario general de la OTAN debatieron su estrategia y visión para futuros proyectos de disuasión frente a la agresión rusa. A pesar de que el primer intento de crear un "Ejército de Europa" no tuvo un éxito inmediato, es crucial definir las posiciones de los principales actores de la UE y del continente en general, así como comprender cómo pueden abordar los desafíos dentro del bloque pro-ucraniano.

Cabe señalar que la reunión de emergencia en París no formaba parte de las instituciones de la Unión Europea, aunque contó con la presencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Por lo tanto, este documento analizará con mayor detalle cómo los mecanismos de la UE pueden contribuir a la implementación de la idea de un ejército europeo.

Este artículo parte del supuesto de que Washington busca terminar la guerra en Ucrania a toda costa, incluso si ello implica un acercamiento con Rusia, Eritrea, Corea del Norte y otros países. Si los europeos quieren que Ucrania continúe luchando, será necesaria una federación y un aumento significativo del apoyo a Kiev. Sin embargo, si Europa no está preparada para asumir este compromiso, debe comenzar a prepararse para la guerra desde ahora.

Además, este documento considera a Europa como una entidad geopolítica autónoma, basada en la cooperación económica, la protección de las libertades individuales y los derechos humanos, así como en un orden mundial basado en reglas.

¿Cómo fracasó la estrategia europea hacia Rusia?

La historia de la lucha europea contra Rusia

El conflicto en Europa no comenzó repentinamente en 2022. La agresión rusa y la amenaza de su expansión han existido en el continente desde la partición de Polonia entre Rusia, Austria y Alemania, lo que generó un riesgo directo de invasión rusa en Europa Central.

Tras la firma del Tratado de Brest-Litovsk en 1918, la amenaza de Rusia no desapareció, a pesar de la creencia popular. En cambio, la Rusia soviética se centró en la guerra civil, en su recuperación y en la expansión de sus llamados "fronteras".

Este período incluyó la Guerra de Independencia de Ucrania, la Guerra Polaco-Soviética, la Guerra de Invierno con Finlandia, las guerras de independencia de los Estados Bálticos y la anexión de Armenia, Azerbaiyán y Georgia.Sin duda, Rusia desempeñó un papel clave en la desestabilización de la seguridad europea tras la Primera Guerra Mundial, en la posterior conquista y ocupación de Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial y en la imposición de la Guerra Fría. La amenaza siempre estuvo presente, y el hecho de que Rusia disfrutara durante los últimos 30 años de los beneficios de una errónea política de apaciguamiento y libre mercado no significaba que Europa estuviera segura.

La Unión Europea, en particular Alemania, creía que la integración de los recursos naturales rusos en el mercado europeo haría de Rusia un socio interdependiente y seguro.

Rusia en los asuntos europeos después de 1999

Esta estrategia se basaba en la experiencia previa dentro de la Unión Europea, ya que toda la integración europea comenzó con la firma del Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951 entre Francia y Alemania. Dicho acuerdo obligó a estos países a cooperar en lugar de continuar su prolongada rivalidad por los recursos y la dominación en Europa.

Las discusiones sobre la equivocación de la política de apaciguamiento y asociación con Rusia continúan hasta hoy. Sin embargo, es importante señalar que Francia y Alemania estaban completamente devastadas tras la Segunda Guerra Mundial y sus sistemas políticos eran extremadamente inestables. Esto permitió a ambas naciones firmar el tratado mientras brindaban la oportunidad a otros países de unirse voluntariamente.

Rusia, en cambio, nunca ha mostrado interés en integrarse en Europa tal como es hoy. Un momento clave en este sentido fue el discurso de Vladímir Putin en Bratislava en 2005, considerado por muchos expertos en relaciones internacionales como un "punto de no retorno".

Este discurso fue significativo por varias razones:

  1. Fue una clara señal para Occidente de que Rusia no tenía intención de cooperar en el formato que se esperaba de ella.

  2. El momento en que se pronunció también jugó un papel importante.

Antes de Putin, en la misma conferencia en Bratislava, habló el entonces presidente de EE. UU., George W. Bush, quien cambió la retórica sobre la guerra en Irak. A partir de ese momento, la invasión estadounidense en Irak ya no se justificaba por la búsqueda de armas de destrucción masiva, sino por la promoción de la democracia.

Los medios estadounidenses incluso comenzaron a llamar a las elecciones parlamentarias iraquíes de enero de 2005 la "Revolución Púrpura", inspirándose en la Revolución Naranja en Ucrania en 2004.

Si consideramos los acontecimientos no como un catalizador, sino como una conclusión lógica, todo cobra sentido. Rusia nunca tuvo la intención de unirse al proyecto europeo ni de jugar según las "reglas establecidas", sin importar lo que diga Putin ahora. En Bratislava, declaró abiertamente que Rusia no necesita la "democracia occidental" y que seguirá sus propias tradiciones.

Para 2008, después de transferir el poder a Medvédev, Putin había consolidado su posición: reprimió y destruyó a la oposición, desmanteló el sistema judicial, concentró la riqueza nacional en manos de un círculo reducido de personas e inició una guerra ligera en el Cáucaso, que el futuro presidente Medvédev debía concluir. De manera similar actuó Yeltsin respecto a Putin.

Hasta ahora, solo los políticos extremadamente ingenuos podían esperar que Rusia se convirtiera en parte de Europa simplemente a través de la cooperación económica. Sin embargo, Orbán y Fico todavía creen en Rusia, incluso después de su invasión abierta de Ucrania.

¿Por qué es importante una fuerza armada federalizada?

Comprensión y evaluación de la amenaza rusa

En su estado actual, Rusia representa una amenaza para la seguridad europea. Si en el futuro el Estado ruso podrá poner en peligro la existencia de todo el proyecto europeo es una cuestión secundaria. Según los datos del Servicio de Inteligencia de Defensa de Dinamarca, Rusia podría iniciar una guerra a gran escala en un plazo de cinco años y representar una amenaza para los países vecinos en tan solo seis meses.

Actualmente, el número de tropas rusas en Ucrania supera las 620.000 personas, mientras que en la retaguardia, Rusia continúa reponiendo su arsenal de armas antiguas y aumentando la producción de nuevo equipamiento militar. Muchos expertos financieros y económicos coinciden en que la economía rusa está en un curso bélico. Esto permite incrementar el ritmo de producción, pero al mismo tiempo dificulta el retorno a una economía civil. La orientación militar de la economía, la inclinación hacia la expansión y la ideología neo-eurasiática conforman la política exterior de Rusia.

Eurasianismo

La teoría del eurasianismo considera a Europa y Asia como un solo continente y a Rusia como un actor clave en este espacio. Los ejemplos históricos más recientes de la implementación de este concepto son el Imperio Ruso antes del Tratado de Brest-Litovsk y la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. En ambos casos, la influencia de Moscú fue tan significativa que los líderes de Londres, París y Madrid consideraban la amenaza rusa como real y tangible.

En un artículo de julio de 2011, Sarah Dixon Clump definió el eurasianismo como:

"Una ideología que postula que Rusia y sus 'territorios marginales' ocupan una posición intermedia entre Europa y Asia, y que sus características culturales están determinadas por la combinación de tradiciones eslavas y túrquico-musulmanas. Rusia debe enfatizar sus rasgos asiáticos".

Esta definición puede considerarse parcialmente cierta. En primer lugar, ni Rusia ni sus satélites necesitan ocupar físicamente todo el territorio. El ejemplo de Ucrania y del flanco oriental de la OTAN demuestra que Rusia no necesita un control total sobre los países: la mera amenaza de invasión puede detener su desarrollo y su política independiente.

Otro ejemplo es la política alemana hacia Rusia antes de 2022. A través de mecanismos de lobby y del libre mercado, Rusia neutralizó eficazmente la reacción de la primera línea de defensa de la OTAN en Europa del Este. La participación alemana en las negociaciones de los Acuerdos de Minsk es un ejemplo de cómo la maquinaria política de Alemania funcionaba en beneficio del Kremlin. De este modo, Rusia no necesita ocupar territorios físicamente para tener un control de facto sobre ellos.

A diferencia del eurasianismo clásico, la teoría neo-eurasianista no considera a China como un competidor, sino como un aliado en la lucha contra la hegemonía estadounidense. La autorización para el despliegue de tropas chinas en Tayikistán (una zona de influencia rusa) y el entrenamiento de soldados chinos en el régimen vasallo ruso de Bielorrusia demuestran que Rusia ve a China no solo como un socio, sino también como un aliado estratégico en sus objetivos geopolíticos globales.

Economía rusa

El año 2022 estuvo marcado por un crecimiento histórico de las exportaciones rusas de recursos naturales. Esto permitió a Rusia mitigar los efectos económicos y financieros de su invasión de Ucrania. Desde 2023, el gobierno ruso opera con un déficit del 2% del PIB. Además, en 2025, el presupuesto militar de Rusia representará el 40% del presupuesto estatal anual. Esto, sin embargo, no preocupa al liderazgo ruso, ya que el gasto militar para 2025 se incrementó en un 25%, alcanzando los 13,5 billones de rublos (aproximadamente 130 mil millones de euros).

Si se tiene en cuenta la paridad del poder adquisitivo, el gasto de Rusia en defensa en 2025 superará el gasto militar de todos los países europeos combinados. La Duma Estatal de Rusia aprobó un presupuesto de defensa de 462 mil millones de dólares (según la paridad del poder adquisitivo).

De este modo, Rusia cuenta con:

  • Un gran número de tropas

  • Un alto stock de equipos militares antiguos que pueden ser modernizados

  • Fábricas que operan 24/7 para la producción y reparación de armamento

  • Un enorme presupuesto militar

Sin embargo, la economía rusa presenta debilidades graves: una excesiva dependencia de soldados contratados para reponer pérdidas, una alta tasa de inflación y un aumento de las tasas de interés que preocupa a los oligarcas rusos.

En conjunto, estos factores crean una situación en la que Rusia continúa su política agresiva a pesar de las dificultades económicas, lo que resalta aún más la necesidad de fortalecer la capacidad de defensa europea a través de una fuerza armada federalizada.

Intentos anteriores de federalización y desafíos para una fuerza armada federalizada de la UE

Las últimas décadas han sido un período de reformas en la Unión Europea: desde una simple alianza económica con un régimen de viaje simplificado (Acuerdo de Schengen) hasta la introducción de la eurozona.

Tras el Tratado de Lisboa de 2007, la UE se convirtió en algo más que un simple espacio económico. Un paso importante fue la creación del cargo de Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, con el objetivo de unificar la diplomacia de la UE y crear una estructura de gobernanza efectiva con un Parlamento Europeo sólido para una mayor integración del continente.

Otro paso clave fue la implementación de la Cooperación Estructurada Permanente en Defensa (PESCO) en 2017, con el objetivo de reducir la dependencia de la seguridad en la OTAN y EE.UU., especialmente durante el primer mandato de Trump.

Sin embargo, no todos los intentos de federalización han sido exitosos. Grandes proyectos que dependen de la cooperación activa entre los estados miembros, como la política común de asilo e inmigración o la política de Unión Fiscal y eurobonos, han fracasado.

No obstante, incluso iniciativas fallidas como la Unión Fiscal y los eurobonos, inicialmente rechazadas por Alemania y los Países Bajos, comenzaron a desarrollarse durante la crisis del COVID-19. Esto demuestra que incluso los proyectos detenidos pueden avanzar bajo la presión de amenazas reales.

En este momento, la Unión Europea sigue siendo únicamente una unión económica y normativa. Aunque el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFEU) incluye artículos y disposiciones que prevén la creación de iniciativas de defensa conjuntas, su implementación requiere una decisión unánime del Consejo Europeo, en el que Viktor Orbán y Robert Fico representan a sus respectivos países (Hungría y Eslovaquia). Esto significa que los líderes más prorrusos entre los Estados miembros tienen en sus manos el futuro de la seguridad europea. Existen formas de sortear este problema, como ampliar las competencias de la Agencia Europea de Defensa o crear una iniciativa de defensa europea conjunta, cuyo estatuto solo necesitaría una mayoría cualificada en el Consejo Europeo para modificarse.

A diferencia de la OTAN, cuyo estatuto define claramente responsabilidades, estructura, participantes y otros aspectos clave, los tratados TFEU y TEU no contienen directrices claras sobre la creación de unas fuerzas armadas unificadas de la UE. Esto deja a los líderes de los Estados miembros en una situación de incertidumbre, teniendo que tomar decisiones fundamentales comparables en importancia a la fundación de la Unión Europea o la firma del Tratado de Lisboa. La diferencia es que, esta vez, no tienen décadas para planificar.

Desafíos para Europa y la UE en la creación de un ejército federalizado

La frase "Si quieres la paz, prepárate para la guerra" no es del todo adecuada en este caso, ya que los Estados miembros de la UE ya están en un estado de guerra híbrida con Rusia. Aunque el ejército estonio no esté combatiendo directamente contra las fuerzas rusas, sus agencias gubernamentales deben repeler ataques cibernéticos rusos todos los días. Rusia ha desarrollado una estrategia híbrida de guerra contra los países de Europa del Este que se asemeja a "apuñalar por la espalda cuando el árbitro no mira". Rusia puede anexionar Crimea, pero Ucrania no puede contraatacar. Finlandia y Suecia deben proteger sus cables submarinos, y si responden, probablemente recibirán una llamada de Washington donde el presidente —sea demócrata o republicano— les pedirá "tener cuidado". Esta situación ha existido siempre. Los estadounidenses, en general, no comprenden profundamente la lucha de los pueblos de Europa Central y del Este contra Rusia. Esto solo se agravó durante el segundo mandato de Trump, cuando el presidente Macron se vio obligado a preguntarle si la OTAN todavía existía.

La frase adecuada ya no es "prepárate para la guerra", sino "prepárate para la guerra que vas a pelear, no para la que estás peleando ahora". Ucrania, de hecho, está librando la guerra del futuro, donde los drones dominan el campo de batalla. La experiencia rusa en el uso de misiles ha demostrado que ninguno es perfecto y que los suministros se agotan rápidamente. Esto está cambiando la mentalidad de los líderes y militares europeos. Por ejemplo, Alemania solo tiene 350 misiles Taurus, una cantidad mucho menor en comparación con los arsenales rusos hasta 2022. Francia y el Reino Unido no tienen la capacidad de escalar la producción de los costosos misiles SCALP/Storm Shadow. Aunque algunos países ya han comenzado a desarrollar nuevas tecnologías en colaboración con Ucrania, esto es insuficiente para ganar la guerra del futuro. Honestamente, no creo que los drones o misiles sean los factores "decisivos" en la próxima guerra. Pero Europa tampoco tiene suficientes fuerzas armadas convencionales y se ve obligada a alcanzar a Rusia, a pesar de que la guerra ya lleva doce años.

No sabemos cómo será el ejército ruso después de la guerra en Ucrania, qué capacidades tendrá, quién ganará la paz y qué otros factores influirán en los acontecimientos futuros para hacer un análisis o previsión precisos. Sin embargo, hay algo evidente: Estados Unidos no puede ser la base del pensamiento estratégico de los líderes europeos. Las administraciones de George W. Bush, Trump y Biden han creado problemas en el enfoque europeo hacia la seguridad y la defensa.

Existe la posibilidad de que EE.UU. pueda salir de la OTAN, no garantizar su paraguas nuclear, no asumir compromisos de defensa ni compartir inteligencia (saludos a la fan de Assad, Tulsi Gabbard), e incluso bloquear compras extranjeras de armas estadounidenses. No soy un profeta y no puedo predecir el futuro, pero ignorar la posibilidad de que la América de Trump, y la futura América en general, no sean socios confiables sería un error y un crimen para cualquier líder europeo.

Algunas, si no todas, las capacidades militares estadounidenses desplegadas en Europa y el espacio están en riesgo de desaparecer. Esto incluye la necesidad de reemplazar a los 100.000 soldados estadounidenses ya desplegados con 200.000 adicionales, una cifra que la OTAN considera necesaria en caso de guerra.

Según un informe de Bruegel, Europa necesita crear unas 50 nuevas brigadas para compensar la presencia militar estadounidense. Además, la Unión Europea debe establecer su propio centro de mando, que pueda sustituir al comandante supremo de la OTAN en Europa, un puesto que siempre ocupa un general estadounidense.

Esto no significa reemplazar a la OTAN, ni debería ser así. Pero la falta de una estructura de mando propia, en caso de un ataque a la seguridad europea y la falta de voluntad estadounidense para intervenir, haría que 29 países luchen cada uno por su cuenta, sin coordinación.

La experiencia de la guerra en Ucrania demuestra que la artillería sigue siendo el arma principal en el campo de batalla. Según las estimaciones más bajas del III Cuerpo del Ejército de EE.UU., Europa necesitaría:

  • 1,400 tanques de combate principales

  • 700 sistemas de artillería

  • 2,000 vehículos blindados de infantería

Estas cifras están por debajo del potencial actual de todas las fuerzas armadas europeas combinadas. Otra lección de Ucrania es que la artillería es inútil sin municiones. Corea del Norte, Irán y Rusia superan a los países de la OTAN en producción de proyectiles de artillería. Además, Corea del Norte e Irán tienen suficientes reservas para sostener los esfuerzos militares rusos durante muchos años.

Europa también debe desarrollar su propio sistema satelital, no solo para recopilación de inteligencia, sino también para comunicaciones. Sistemas como Starlink han demostrado su eficacia en el campo de batalla, permitiendo a las fuerzas ucranianas coordinarse y asegurando la comunicación crítica para la población civil.

Aproximadamente 43 millones de personas viven en los países bálticos y Polonia, y todas podrían perder el acceso al agua, electricidad y telecomunicaciones desde el primer día de una posible invasión. La reticencia de Rusia a destruir la infraestructura energética de Ucrania, combinada con la resistencia ucraniana desde el primer día de la guerra, ayudó al país a sobrevivir. Sin embargo, no estoy seguro de que Rusia repita los mismos errores. Los rusos están aprendiendo de la guerra en Ucrania y adquiriendo experiencia en la destrucción de sistemas de defensa aérea tácticos y estratégicos. Las tendencias actuales muestran el uso no solo de drones kamikaze Shahed (Geran), sino también de los llamados "drones señuelo" en combinación con ataques masivos con misiles. Esto confunde los radares y a los operadores de los sistemas de defensa aérea. Actualmente, los sistemas de defensa aérea y sus municiones están en déficit, y los ritmos de producción actuales no satisfacen ni siquiera las necesidades de Ucrania, por no hablar de la posible defensa del cielo europeo. Otra batalla se librará en el aire. La estructura estadounidense y más amplia de la OTAN se basa no solo en la "Superioridad Aérea" (Air Supremacy), sino en la "Dominación Total en el Aire" (Total Air Dominance).

En la guerra del Golfo Pérsico ("Tormenta del Desierto") y durante la invasión de Irak en 2004, los aviones F-117 Nighthawk y otras plataformas aéreas Stealth-orientadas, desempeñaron un papel crítico, ya que podían permanecer de manera imperceptible en algunas de las ciudades más protegidas del mundo durante horas antes del ataque. Sin embargo, las fuerzas aéreas europeas sufren la falta de aviones cisterna, la escasez de aviones AWACS y la insuficiencia de medios modernos de reconocimiento y designación de objetivos. La aviación europea experimentada no tiene la capacidad de operar Stealth-aviones, lo que es de importancia crítica para la estrategia de disuasión contra Rusia.

Las fuerzas aéreas rusas sufrieron pérdidas en las etapas iniciales de la invasión, pero, salvo incursiones aisladas en Briansk y Zaporiyia en 2023, han logrado conservar su aviación. Además, Rusia no tiene escasez de aviones: están produciendo nuevos y restaurando los antiguos. Lo que les falta son pilotos. Y si asumimos que Rusia tendrá una pausa de 4-5 años entre el final de la guerra en Ucrania y el inicio de un nuevo desafío para la seguridad europea, tendrán tiempo suficiente para preparar y entrenar nuevos pilotos.

Conclusiones

Los años de paz han debilitado el estado de los ejércitos europeos. En la elección entre el bienestar social y la guerra, los europeos optaron por el bienestar, pero la guerra ya está en su puerta. El estado actual de los ejércitos europeos puede resultar un factor disuasorio insuficiente contra los millones de rusos que pueden ser movilizados para la realización de las ambiciones del gobierno ruso en el establecimiento de una esfera de influencia euroasiática. Los intentos previos de Alemania y Francia de contener a Rusia mediante la cooperación económica y comercial fracasaron, y ahora Europa debe resolver la cuestión de su propia seguridad nacional. En los últimos años se han pronunciado muchas declaraciones en apoyo de Ucrania, pero tres años de resistencia ucraniana no han sido una señal de alarma para Europa.

Con el cambio de poder en Washington, quedó claro que Estados Unidos cumplirá su promesa de delegar la defensa de Europa a los propios europeos. Este repliegue de EE. UU. ha demostrado la falta de capacidades estratégicas en Europa, desde la insuficiencia de la disuasión nuclear hasta la ausencia de una estructura militar clara de un ejército colectivo de la UE, así como de sistemas críticos espaciales y de comunicación que anteriormente proporcionaban los estadounidenses.

Ahora los europeos deben decidir cómo asegurar la victoria de Ucrania y detener la futura agresión rusa. Además, cada parlamento nacional de los países miembros de la UE, cada líder, así como todos los órganos ejecutivos y legislativos de la Unión Europea, deben tomar decisiones fundamentales. ¿Puede un proyecto que comenzó como un simple acuerdo de producción conjunta de carbón y posteriormente se convirtió en la mayor unión económica del mundo convertirse en un actor geopolítico de pleno derecho junto a China, Rusia y Estados Unidos? ¿Podrá la UE enfrentarse por sí sola a las amenazas a la seguridad europea?

Como dijo Napoleón Bonaparte: «No hay nada más difícil y al mismo tiempo más valioso que tomar una decisión». Tal vez, por fin ha llegado el momento de decidir. De lo contrario, los líderes europeos ya no podrán esconderse detrás de los ucranianos. Se verán obligados a rendir cuentas ante las futuras generaciones de hombres y mujeres de un continente lleno de tumbas de la indecisión.

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Yurii Boiko
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