ResurgamINTERNACIONAL
INFORMACIÓN Y ANÁLISIS
COMUNIDAD
Buscar
Menu
22 mar 2025 | 14 MIN.
Compartir:FacebookXingTelegram
¡Copiado!

Geometría geopolítica: la gran figura de giro de EE.UU. y el triángulo UE-EE.UU.-China

alt

Vadym Kovalenko

Digital illustration created by artificial intelligence.

Hoy Europa se enfrenta a un dilema crítico: cómo actuar en un contexto en el que, tras la victoria del trumpismo, Estados Unidos, en lugar de apoyar a sus aliados, busca beneficio en acuerdos con el Kremlin. Este sorprendente cambio en el equilibrio de poder expone a Europa al riesgo de quedar aislada geoestratégicamente, lo que convierte los desafíos existenciales para Europa en una realidad palpable.

Los antecedentes de la crítica trumpista al orden mundial existente

El debate sobre la conveniencia de que EE.UU. mantenga su papel de hegemonía comenzó mucho antes de Trump. Sin embargo, con su llegada al poder, esta visión ganó apoyo entre ciertas élites financieras, adquiriendo así una justificación ideológica. La clave de este replanteamiento es económica. Entre los círculos financieros que respaldan a Trump se consolidó la idea de que el actual orden mundial y la globalización ya no generan los dividendos esperados para EE.UU., sino que enriquecen a sus competidores y socios, principalmente China y la UE.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el establishment estadounidense estaba convencido de que debía sostener un orden global en el que EE.UU. fuese, por un lado, el faro de los valores democráticos y el garante de la seguridad de sus aliados y, por otro, el principal beneficiario económico del sistema mundial "centro-periferia", en el que la brecha entre países ricos y pobres se ampliaba, permitiendo a la población estadounidense vivir en abundancia. Sin embargo, este sistema comenzó a fallar con el crecimiento de China y otras economías emergentes.

El saldo comercial entre EE.UU. y China se volvió drásticamente negativo, la deuda estadounidense aumentó, al igual que los costos de mantener su papel de hegemonía mundial. Pero los dividendos se agotaban. La globalización propició la inmigración, lo que intensificó la competencia por el bienestar entre los trabajadores estadounidenses. Este descontento se vio agravado por una insistente atención a cuestiones ecológicas, de género y de diversidad (DEI). Todo esto llevó a ciertos círculos político-financieros en EE.UU. a la conclusión de que la globalización y el liberalismo habían socavado los valores y beneficios fundamentales de la nación estadounidense.

Estas élites se volvieron receptivas al tradicional aislacionismo estadounidense y a las ideas de filósofos políticos que critican el orden liberal y proponen modelos alternativos de gobernanza. Según estas ideas, la democracia liberal es un sistema que agota los recursos y debilita a los estados. Algunos ideólogos van aún más lejos, considerando la democracia moderna como un régimen ineficaz y culpando a universidades, burocracias y medios de comunicación por una educación ideológica equivocada. Desde su perspectiva, estos sectores deben ser desmantelados.

Todas estas ideas, aunque desde distintos enfoques, llevan a una misma conclusión: la UE es el eslabón más débil ante un cambio en el orden mundial actual. Su debilidad no radica solo en la estancación económica y los problemas demográficos, sino también en su falta de una auténtica soberanía política.

El gran giro de EE.UU.

Las élites estadounidenses comprenden que han alcanzado el límite de su crecimiento intensivo (desarrollo basado en la mejora de la calidad de los recursos sin aumentar su cantidad). China, en cambio, aún no ha llegado a ese límite. Y esto sucede mientras, según los estadounidenses, sus socios en el orden mundial consumen esos mismos recursos.

En las próximas décadas, el mundo enfrentará tres grandes exploraciones, dos de ellas en los ámbitos virtual y espacial. Para lograr un liderazgo absoluto en estos campos, el país que lo haga deberá ignorar numerosas restricciones éticas. Esta es, de hecho, una de las razones por las que Elon Musk ataca a estructuras supranacionales como la UE y la ONU. Estas instituciones, con sus marcos éticos, limitan avances científicos "no éticos", desde la bioética y la ética virtual hasta la ética ecológica y la colonización del espacio. Estas restricciones imponen límites, pero quien las ignore tendrá la oportunidad de convertirse en el líder mundial (o tal vez galáctico).

Un primer indicio de este nuevo paradigma ético es la cuestión de la exploración del Ártico bajo las reglas de los países fuertes (caso de Groenlandia y las disputas con Canadá), en lugar de las normas del viejo orden mundial.

¿Qué tenemos entonces?

  1. Para un hipotético salto tecnológico, la América de Trump busca recursos por todos los medios, desde la "optimización de aliados" hasta la reconsideración de su propio imperialismo.

  2. La América de Trump no vería con malos ojos un mundo multipolar en el que el derecho de los países fuertes prevalezca sobre las normas internacionales, sin que estructuras supranacionales interfieran en los avances tecnológicos. Por ello, a Trump le conviene mantener a Putin como destructor de normas: primero, como pantalla, y segundo, como un ariete contra las relaciones internacionales establecidas.

Por esta misma razón, a Trump le resulta beneficioso y oportuno debilitar la posición de Europa. En este juego, Ucrania es, sin duda, una moneda de cambio, en la medida en que su situación permite fortalecer a Putin y, al mismo tiempo, preservarla como Estado. Porque, después de todo, la política interna también cuenta: la captura de Ucrania sería tanto una traición como una derrota para Trump, incluso ante los republicanos.

El miedo a la derrota es, de hecho, una de las razones por las que EE.UU. está pasando de ser un aliado a un árbitro entre las partes. Sin un aumento drástico de la ayuda, la victoria de Ucrania es poco probable (excepto en caso de colapso económico de Rusia). Pero, por las razones antes mencionadas, es difícil que esa ayuda aumente, por lo que la administración de Trump ya piensa en su imagen y no planea asociarse con países que considera perdedores (Ucrania y la UE).

¿Cómo ve China los últimos acontecimientos?


Durante toda la guerra, China se ha dedicado a:

  1. Apoyar la capacidad de Rusia para librar una guerra prolongada.

  2. Expandir su margen de maniobra político principalmente absteniéndose en las votaciones de la ONU.

  3. Declarar su respeto por la soberanía de Ucrania, marcando así líneas rojas para Rusia en cuanto a la existencia del Estado ucraniano.

  4. Intentar ampliar su influencia en los países que se abstienen en las votaciones mediante iniciativas de paz abstractas (que en la visión china son expresiones de antiamericanismo).

El interés estratégico de China es vencer a EE. UU. Por lo tanto, no puede ignorar el gran giro de EE. UU. y parte de los siguientes puntos:
– A China le conviene el levantamiento de las sanciones contra Rusia, pero le preocupa un posible acercamiento entre EE. UU. y Rusia en términos de cooperación en el Ártico y el espacio. También le perjudicaría que, en el marco de esta cooperación, Rusia dejara de ser un vasallo tecnológico de Pekín.
– Cuanto más tiempo EE. UU. esté ocupado con la agresión rusa contra Ucrania, más se fortalecerán las posiciones competitivas de China frente a EE. UU. Aquí cabe destacar una idea que ya han expresado públicamente analistas progubernamentales chinos: la distribución de intereses depende menos de la contribución al conflicto y más de la fuerza con la que se termine. Y hay que decir que la administración Trump también lo entiende. Por ello, busca equiparar su estatus con el de China de la siguiente manera: en lugar de gastar recursos, pretende convertirse en moderador de un posible conflicto entre Rusia y Europa. No está claro si la Casa Blanca cree realmente en la posibilidad de este conflicto, pero evidentemente venderá su papel de árbitro ante esta amenaza.
– China y la UE son los mayores socios comerciales del mundo. Y si EE. UU. ataca públicamente a las estructuras supranacionales de la ONU y especialmente a la UE, China responderá negociando directamente con los burócratas de los órganos políticos de la UE y aumentando su participación en las estructuras de la ONU. La única estructura cuyo debilitamiento beneficia a China es la OTAN. La desconexión de la seguridad europea de EE. UU. sería una victoria geopolítica de proporciones colosales para China. Por ello, fomentará de todas las formas posibles la creación de fuerzas de defensa europeas en cualquier formato, siempre que estas estructuras paralelas a la OTAN ganen músculo burocrático.

A partir de esto, se puede concluir que China ve el gran giro de EE. UU. como una breve ventana de oportunidad para acercarse a la UE, que considera su principal socio comercial, su única fuente de alivio para el hambre tecnológica y, en caso de guerra comercial con EE. UU., un actor clave para la cooperación mutua. Y Ucrania es, evidentemente, el punto de entrada de China en unas relaciones más cálidas con la UE (por eso, como se mencionó antes, China ha marcado líneas rojas para Rusia respecto a la soberanía ucraniana, con el fin de mantener su margen de maniobra hacia la UE).

Las señales de China

  • Por ello, China ha comenzado, si no a actuar, al menos a probar su sistema de acercamiento diplomático de emergencia. Se han recibido muchas señales: desde su intervención en la Conferencia de Múnich afirmando que la UE debe estar en la mesa de negociaciones, hasta la reciente declaración del enviado especial de China para asuntos europeos, Lu Shaye, quien, con un tono más contundente, afirmó que el trato de Trump hacia sus aliados es terrible y usó el término "discusión en igualdad de condiciones", dejando clara la postura china sobre las negociaciones bilaterales entre EE. UU. y Rusia.

  • En el último mes, han aparecido señales aún más interesantes. Uno de los analistas progubernamentales chinos argumentó públicamente en un artículo que China no necesita alianzas. Esto es una señal tanto para Rusia, que se ha acercado demasiado a EE. UU., como para Europa, indicando que China no quiere asumir compromisos que no pueda respaldar con autoridad moral.

  • Además, por primera vez en el espacio público chino, ha surgido un grupo de apoyo a Ucrania, algo atípico en el discurso oficial. Se les ha dado una plataforma para expresar la idea de que el fin de la guerra en términos aceptables para la UE (y, por ende, para Ucrania) beneficia a China. Esto es un flirteo evidente con la propuesta de un acercamiento estratégico.

  • Este acercamiento se reforzó con el hecho de que, por primera vez, un canal de televisión chino emitió un reportaje sobre la guerra desde la perspectiva de Ucrania (una señal de que Ucrania ha respondido con una sonrisa forzada al guiño geopolítico de China).

  • Por su parte, el Parlamento Europeo eliminará las restricciones para que sus diputados se reúnan con funcionarios chinos incluidos en la lista negra en 2021 por violaciones de derechos humanos en Sinkiang. Cabe recordar que, después de que China impusiera sanciones en respuesta a los eurodiputados, el Parlamento Europeo se negó a ratificar el acuerdo de inversión UE-China.

Posibles beneficios y obstáculos para la cooperación estratégica entre la UE y China.

Dado el posible reconfiguramiento de la asociación entre EE. UU. y Europa hacia una relación pragmática (y por lo tanto hostil hacia Europa), una cooperación potencial podría traer beneficios significativos para ambas partes.

En primer lugar, la creación de un entorno de libre comercio. La economía china lleva dos años estancada, y la economía de la UE está en estado de shock por las consecuencias de la agresión rusa contra Ucrania (precios del gas, daños colaterales por sanciones, necesidad de aumentar urgentemente el gasto en defensa). Y en este momento, el equipo de Trump inicia una guerra arancelaria global tanto contra China como contra la UE. Por lo tanto, una zona de libre comercio es básicamente la única forma de mantener el crecimiento económico, un refugio seguro ante las guerras comerciales. Pero hay una condición estricta por parte de Europa: abordar los compromisos de China para reducir los desequilibrios comerciales.

En segundo lugar, tanto a China como a la UE les interesa mostrar el potencial de su asociación como un factor irritante y disuasorio para Rusia y EE. UU., obligando a estos últimos a tener en cuenta las líneas rojas establecidas.

En tercer lugar, el objetivo más obvio de China es aprovechar la decepción de Ucrania y Europa con EE. UU. para abrirse paso en Europa a través de la "puerta ucraniana". Después del cambio de política en la Casa Blanca, Europa ve la adhesión de Ucrania a la UE como una cuestión formal ya decidida: es, simplemente, una cuestión de supervivencia para la propia UE. Ucrania es un país trabajador que, incluso en guerra contra el país más grande del mundo y tras perder sus mejores campos, sigue inundando Europa y Oriente Medio con productos agrícolas. Actualmente, Ucrania tiene el ejército más preparado para el combate. La cuestión de los metales raros también es clave. China ve todo esto. También ve la perspectiva de que las inversiones chinas en la reconstrucción de Ucrania terminen, tarde o temprano, en el entorno económico de la UE. Europa consideraría de facto tales inversiones como inversiones en la propia UE.

En cuarto lugar, China necesita urgentemente desbloquear el bloqueo tecnológico que Europa ha impuesto contra ella a petición de su aliado, EE. UU.

En quinto lugar, mediante la cooperación con China, Europa podría reconfigurar los principios fundamentales del mercado del gas. Antes de la guerra, Rusia y EE. UU. estaban seguros de que el mercado del gas era un mercado de vendedores que dictaban condiciones, incluidas las geopolíticas. La nueva realidad ruso-asiática ha demostrado que ahora es el comprador quien dicta las condiciones del mercado del gas. Si Europa supera con éxito este período turbulento en el sector energético, podrá hablarse de una posición estratégica común entre China y la UE en esta cuestión. Más aún, esta posición se ve respaldada por la apuesta agresiva tanto de Europa como de China por las tecnologías verdes.

Sin embargo, la implementación del escenario de acercamiento entre China y la UE enfrenta varios problemas serios:

  1. Europa no percibe a China como un socio confiable tras su apoyo encubierto a la economía de guerra de Rusia.

  2. Europa es consciente de que, desde la perspectiva de Pekín, el mejor resultado de la guerra ruso-ucraniana sería algo intermedio entre la paz y la guerra. Pero una paz híbrida no es una buena opción para Europa y Ucrania, que defienden su derecho a existir dentro de las antiguas reglas del orden mundial. Europa comprende la trampa de la paz híbrida sin necesidad de más explicaciones.

  3. La UE se posiciona como bastión de los valores liberales, mientras que China sigue un modelo de gobierno autoritario.

  4. La reacción agresiva del equipo de Trump. Si incluso contra un aliado tan fiel como la UE, Trump impone aranceles, a un socio que coquetea con su rival a espaldas de EE. UU. podrían aplicársele, si no sanciones, sí ciertas restricciones tecnológicas. Pero aquí la situación es similar a la de las armas nucleares: si EE. UU. da ese paso, corre el riesgo de que Europa responda levantando por completo las restricciones a la cooperación tecnológica con China, lo que supondría pérdidas irreversibles para EE. UU.

  5. Europa entiende que los intentos de China de acercarse pueden ser solo una simulación. Primero, para fortalecer su imagen entre los países del Sur Global, y segundo, para enturbiar el panorama y provocar una ruptura definitiva entre Europa y EE. UU. Y lo más importante: a pesar del antiamericanismo chino, no se puede descartar la posibilidad de que China simplemente esté preparando fichas de negociación para intercambiarlas en una reunión estratégica con Trump.

A pesar de ello, la lógica económica indica que el escenario de acercamiento acabará produciéndose si EE. UU. continúa con su política de distanciamiento de Europa.

¿Qué pasos podría tomar Europa a la luz de las nuevas posturas de EE. UU. y China?

  1. Preparación de un programa de activación fundamental de la cooperación económica con China. Esto incluye proyectos de infraestructura, en primer lugar, la reconstrucción de Ucrania, la cooperación en el sector de la industria verde conjunta y la cooperación tecnológica (un tema especialmente sensible para EE. UU.).

  2. Como parte de este paquete de interacción, ambas partes podrían esperar un cabildeo mutuo en terceros países para promover transacciones en euros y yuanes, sin mencionar que el aumento del comercio entre ambas partes reduciría por sí solo la cuota del dólar en las transacciones globales. Lo mismo se aplicaría a una salida conjunta y gradual de los bonos del Tesoro estadounidense en favor de los europeos y chinos.

  3. Influencia en los puntos geopolíticos clave de EE. UU.
    En Oriente Medio, Europa ya está ganando puntos debido al cambio de poder en Siria. La postura firme de las nuevas autoridades sirias y de Turquía sobre el futuro de los kurdos sirios, apoyados por EE. UU., debilita la posición de este último. En otro punto, en la Franja de Gaza, Europa también podría adoptar una postura contraria a la política estadounidense, especialmente después de las declaraciones de Trump sobre la reubicación de los palestinos, lo que facilitaría su justificación tanto desde una perspectiva de valores como en cooperación con los países árabes vecinos.
    Respecto a Irán, la UE podría adoptar una posición de acercamiento y cumplimiento del acuerdo nuclear. En términos generales, si hipotéticamente los caminos de la UE y EE. UU. se separaran, Europa no podría ignorar el potencial del eje Turquía-Irán-Siria (en caso de democratización de estos países) como hub en Oriente Medio. Por descabellada que parezca esta idea, si EE. UU. salva a Rusia y preserva su poder, el imperialismo de esta última crecerá a tal escala que obligará a Irán a buscar protección en configuraciones de alianzas occidentales.
    Canadá. Ya existe un tratado de libre comercio entre la UE y Canadá, por lo que Europa podría alentar a las empresas estadounidenses orientadas a la exportación hacia Europa a abrir fábricas en Canadá. Una decisión obvia sería un acercamiento en defensa y economía entre Canadá y Dinamarca, en respuesta a las pretensiones de Trump sobre Groenlandia y la soberanía económica de Canadá. Es poco probable que lleguemos a ver una reinterpretación del término "Unión Europea" desde Ottawa hasta Bucarest. Pero en caso de la creación de fuerzas armadas europeas, cierta participación de Canadá no parece tan descabellada.

  4. Contratos de defensa. La UE está cada vez más interesada en ignorar a los fabricantes estadounidenses, especialmente en el caso de los cazas F-35. En este aspecto, la UE podría actuar en conjunto con Canadá, que también tiene contratos para estos cazas.

  5. Desarrollo y apoyo a alianzas geopolíticas alternativas.

¿Cómo ve EE. UU. la posición de la UE?

Si tuviéramos que resumirlo en una frase: retórica sin acción. Desde la perspectiva de la administración estadounidense, la posición actual de la UE parece débil y vulnerable. Aunque los europeos hablan de la necesidad de reducir su dependencia de EE. UU., sus acciones reales hasta ahora no han sido impresionantes.

Principales problemas del enfoque europeo:

Falta de rapidez y determinación: Europa tarda demasiado en acordar decisiones, a veces a costa de compromisos irracionales que desvalorizan parte de la decisión.
Falta de autonomía económica: En el pasado, Europa se encadenó voluntariamente a la dependencia del gas ruso. Y aún hoy sigue dependiendo críticamente de los sistemas financieros y del sector de defensa estadounidense.
División política: Francia, Alemania y, por ejemplo, los países del sur, tienen perspectivas diferentes sobre la política exterior.

Debido a esto, la Casa Blanca considera que todas las declaraciones sobre "autonomía estratégica" no tienen valor y no duda en actuar con dureza contra Europa.

La UE debe actuar con radicalidad

Históricamente, Europa tiende al compromiso y a decisiones lentas, pero en un contexto de desafío existencial no tiene otra opción. Si la UE quiere mantenerse como una potencia y no convertirse en un actor periférico, deberá actuar con firmeza.
Creo que esta estrategia dará resultados tangibles. Ni EE. UU., ni China, ni otros actores esperan movimientos radicales por parte de Europa.

La expansión de relaciones con China no debe ser solo una declaración, sino una realidad. Pero debe hacerse desde una posición de fuerza y flexibilidad. En términos de flexibilidad, la UE ya está negociando un acuerdo de libre comercio con India. En cuanto a la fuerza, Europa lo está demostrando con comunicados inusualmente duros hacia China, como el emitido tras la reunión del G7. Todo esto envía señales a Pekín de que la UE no está atrapada en un callejón sin salida y está dispuesta a considerar todas las opciones.

Es importante subrayar que, aunque la UE debe avanzar de manera activa y efectiva en su acercamiento a China, esto sigue siendo principalmente una carta negociadora estratégica para presionar a EE. UU. y forzar un cambio en su postura hacia Europa. Ese cambio también podría derivarse de factores internos en EE. UU., como la falta de éxitos políticos, la caída en los índices de aprobación debido al rechazo de la nueva estrategia y, finalmente, unas elecciones intermedias favorables a los demócratas en el Congreso.

Por lo tanto, la estrategia fundamental de Europa frente a los cambios internos en EE. UU. debe incluir la adopción de medidas radicales ante las cuales la administración Trump no esté preparada para reaccionar, junto con tácticas dilatorias y un sabotaje sutil a las "ofensivas relámpago" de Trump en cualquier asunto. Todas esas ofensivas deben empantanarse en la burocracia y en cumbres interminables. Si Europa maneja bien la crisis, la Casa Blanca tarde o temprano se verá obligada a reajustar tanto los engranajes de la estrategia "MAGA" como su política exterior en general.

La clave para la autonomía real de Europa: un bloque militar independiente

Mientras tanto, la cuestión urgente para lograr una autonomía real y una reconfiguración radical del equilibrio de poder es la creación de un bloque militar independiente dentro de la UE. En este escenario, Europa tiene varios ases bajo la manga.

  1. El ejército nuclear británico: Aunque el Reino Unido valora su estatus como el aliado más cercano de EE. UU., la guerra ruso-ucraniana es un asunto estratégico para la Corona. Londres, aunque con prudencia, utilizará esta oportunidad histórica para fortalecer su liderazgo en el mundo democrático.
    Un evento geopolítico subestimado ocurrió recientemente: Canadá invitó al rey Carlos III a la apertura del Parlamento, algo que no sucedía desde 1957. Trump parece haber olvidado que Canadá es una monarquía constitucional y que, por lo tanto, deberá tener en cuenta a Londres. Además, el Reino Unido está aumentando la relevancia geopolítica de la Commonwealth y el bloque CANZUK. En este contexto, incluso un posible retorno del Reino Unido a la UE bajo ciertas condiciones no parece imposible.

  2. El ejército ucraniano: Actualmente, es el más grande y el más preparado de Europa, con experiencia en la mayoría de las tecnologías militares modernas. Su tamaño por sí solo podría cubrir todas las necesidades terrestres urgentes de Europa. Solo bastaría añadir la aviación europea para que esta fuerza se convierta en un bloque militar formidable.

  3. Turquía está dispuesta a negociar con la UE sobre su papel en la defensa común europea: La UE probablemente tendrá que hacer concesiones, y esas conversaciones ya están en marcha. Mientras Rusia siga representando una amenaza colosal, Ankara será un "aliado natural" de Rumanía y Ucrania (conviene recordar este término en relación con Turquía), y por lo tanto, también del bloque de defensa europeo. Turquía tiene el segundo ejército más fuerte de Europa y actualmente está consolidando su influencia en Siria, contrarrestando a todos los actores involucrados en el conflicto: EE. UU., Rusia, Irán e Israel.

P.D. Ya se ha anunciado un aumento récord del gasto en rearmamento de Europa. En dos o tres años, la UE debería estar completamente reequipada y contar con dos ejércitos nucleares, además de dos fuerzas militares altamente experimentadas en su flanco oriental: Ucrania y Turquía. Sin embargo, faltan aún varios años para que Europa sea temida a nivel global. Mientras tanto, la UE ya enfrenta desafíos históricos inmediatos.

El autor del artículo:
Vadym Kovalenko
Compartir:FacebookXingTelegram
¡Copiado!
Importante: Todos los materiales publicados en el portal pasan por una revisión adecuada. Sin embargo, en algunos casos, la opinión editorial puede diferir de las opiniones del autor del blog en la sección "Pensamientos de personas libres." La comunidad de análisis e información Resurgam no se hace responsable del contenido de los blogs, pero se esfuerza por publicar diversas perspectivas interesantes.