¿Por qué Japón no puede renunciar a los recursos energéticos rusos?
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Hasta 2022, el petróleo ruso equilibraba en cierta medida la dependencia de Oriente Medio, que superaba el 90 % de las importaciones. Tras el inicio de la guerra contra Ucrania, Japón suspendió la compra directa de petróleo ruso (en el ejercicio financiero 2022/23 las importaciones cayeron un 88,5 %, hasta el 0,4 % de todos los suministros).
Sin embargo, el país sigue dependiendo de los energéticos rusos —en particular del gas— debido a la dificultad de reestructurar rápidamente su balance energético. El problema radica en equilibrar los compromisos de Japón ante el G7 (sanciones contra Rusia) y sus propios intereses nacionales en materia de seguridad energética.
Dependencia energética de Japón
Japón importa casi por completo los combustibles fósiles. Según datos del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI), cerca del 94 % de su energía primaria procede del petróleo, el carbón y el gas natural licuado. En los últimos años, el petróleo cubría ≈40,3 % de las necesidades, el GNL ≈18,2 % y el carbón ≈22,7 %. Casi todo este volumen se importa (el autoabastecimiento de petróleo y gas no supera el 1 %). El jefe del METI afirmó en 2025 que Japón “cubre la mayor parte de sus necesidades energéticas con importaciones de combustibles fósiles”.
Esta dependencia hace al país vulnerable: las interrupciones en el suministro (por crisis bélicas o geopolíticas) se reflejan inmediatamente en la economía y en la seguridad. Por ello, hasta 2022 Japón intentó diversificar los suministros, pero la cuota de Oriente Medio en los hidrocarburos seguía siendo críticamente alta.
La materia prima rusa compensaba parcialmente esta vulnerabilidad. Antes de que Tokio dejara de importar petróleo ruso en febrero de 2023, los suministros rusos equilibraban más del 90 % de la dependencia japonesa del petróleo de Oriente Medio. Después de ello, los volúmenes rusos cayeron prácticamente a cero (en marzo de 2023 no hubo ninguno), aunque antes la cuota de Rusia era de varios puntos porcentuales.
En consecuencia, la seguridad nacional quedó expuesta a un posible shock energético. Según el METI, el Gobierno teme que una interrupción repentina de suministros significativos (en especial de proyectos con participación de empresas locales) pueda provocar un fuerte aumento de los precios y fallos en el suministro eléctrico. Sin importaciones estables de petróleo y gas, el país podría enfrentarse a déficits con consecuencias socioeconómicas.
Aunque tras 2022 cesaron las compras directas de crudo ruso (cuota ≈0,4 %), las empresas japonesas siguen siendo copropietarias de varios proyectos petroleros en Rusia. El más importante es “Sajalín-1” (offshore). Este proyecto incluye tres yacimientos de petróleo y gas con reservas totales de ≈307 millones de toneladas de petróleo y 485 mil millones de m³ de gas. Tras la salida de ExxonMobil del 30 % en 2022, el 20 % está controlado por Rosneft, otro 20 % por ONGC (India) y un 30 % por el consorcio japonés SODECO (que incluye METI, Marubeni, Itochu, Japan Petroleum Exploration, INPEX). METI subraya que “el proyecto Sajalín-1 sigue siendo crítico para la seguridad energética de Japón”. Marubeni, uno de los inversores japoneses, expresó preocupación por las sanciones contra Rosneft y aseguró que actuará según las directrices del Gobierno respecto a su participación. Así, “Sajalín-1” es importante para Japón no solo por el petróleo (cuyo volumen es ahora pequeño y decreciente), sino también como inversión geopolítica y fuente de experiencia tecnológica.
Japón depende aún más del gas natural licuado ruso. Según METI, el GNL ruso representó aproximadamente el 9 % del total importado por Japón en el ejercicio financiero 2023 (por un valor de unos 3,62 mil millones de dólares en 2024).
Las rutas de entrega —por vía marítima desde Sajalín a través del Lejano Oriente ruso hasta terminales japoneses— permiten acortar tiempos de transporte en comparación con muchas otras regiones. A pesar de la presión geopolítica, Japón mantiene su participación en el proyecto Sajalín-2 (a través de sus empresas) y aún no ha abandonado completamente estos contratos, y el Gobierno ha señalado que actuará “teniendo en cuenta los intereses nacionales”.
Desarrollo de los recursos marinos de Sakhalin. Fuente: Nippon.com
Presión sancionadora y línea política de Japón
Japón es miembro del G7 y apoya la condena de la agresión rusa. En 2022 el gobierno prometió junto con sus aliados abandonar de forma gradual el petróleo ruso. En el marco de las sanciones occidentales, Tokio renunció a la mayor parte de las importaciones de petróleo ruso (a excepción de volúmenes insignificantes bajo una licencia especial de sanciones). Además, Japón impuso sus propias restricciones: por ejemplo, congeló unos 40 000 millones de dólares en activos rusos y prohibió la exportación de determinadas tecnologías (microchips, maquinaria para el ejército, etc.).
Pero en el ámbito energético Japón actúa con cautela. Su gobierno subraya la necesidad de respetar “los intereses nacionales” y, al mismo tiempo, coordinarse con el G7. El ministro de Comercio e Industria, Yoji Muto, declaró abiertamente el 21 de octubre de 2025 que Japón actuará según dicte el interés nacional, siempre que mantenga una estrecha coordinación con la comunidad internacional.
Estados Unidos insiste en un enfoque más estricto. En octubre de 2025, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, instó directamente al responsable financiero de Japón a detener la importación de recursos energéticos rusos. La nueva primera ministra, Sanae Takaichi, explicó en una reunión personal con el presidente de EE. UU. que es extremadamente difícil dejar de comprar GNL ruso, ya que este representa alrededor del 9% de sus importaciones. Según los medios, explicó que detener las compras “solo hará que China y Rusia se alegren”, puesto que otros países (India, China) absorberían igualmente la mayor parte de las exportaciones rusas.
Al mismo tiempo, Japón trabaja activamente en la diversificación del suministro de GNL, especialmente desde Estados Unidos. Según el informe de Japan NRG, el GNL estadounidense tiene potencial para aumentar significativamente su participación en la estructura de abastecimiento de Japón. El estudio señala que para 2030 alrededor del 55% del crecimiento mundial del GNL podría proceder de EE. UU. Washington ha instado a Japón a reducir la compra de energía rusa y ha ofrecido alternativas basadas en proyectos estadounidenses de GNL. Por ejemplo, Japón ya ha invertido en activos de gas de esquisto estadounidenses. Así pues, Estados Unidos se perfila como un socio potencial clave para Tokio: la importación de GNL estadounidense refuerza la seguridad energética y reduce la dependencia de fuentes geopolíticamente arriesgadas. El gobierno japonés lo reconoce, pero al mismo tiempo subraya que los cambios deben producirse de manera gradual, sin generar riesgos para el suministro energético.
Impacto en Ucrania
Para Ucrania, la posición de Japón es importante tanto desde el punto de vista diplomático como económico. Tokio muestra un apoyo constante a Kyiv. Desde 2022, Japón ha proporcionado a Ucrania más de 15 000 millones de dólares en ayuda financiera (otros 3,5 mil millones están anunciados), convirtiéndose en uno de los mayores donantes. Los líderes japoneses declaran regularmente la existencia de amenazas comunes: según los analistas, “los japoneses son cada vez más conscientes de la interdependencia entre la seguridad de Europa del Este y la de Asia Oriental”. El gobierno considera la agresión rusa una prueba del orden global y su interés estratégico es contener al agresor, ya que la derrota de Ucrania podría provocar desestabilización en torno a Taiwán y conflictos con Corea del Norte. El apoyo público en Japón es casi unánime: más del 74% de los ciudadanos están dispuestos a ayudar a Ucrania y el 87% percibe una amenaza para sí mismos. En estas condiciones, Japón se ha convertido en un actor importante de la coalición internacional contra Rusia.
Las señales para la coalición son ambiguas. Por un lado, Japón sigue aumentando su ayuda y apoya con firmeza otras sanciones económicas. Por otro, su dependencia del GNL ruso barato significa que una ruptura total de las importaciones solo será posible de manera gradual. Esto es bien sabido en la comunidad internacional. Antes del viaje del presidente estadounidense Trump a Asia, Tokio fue advertido de liberar con cautela sus reservas de petróleo para evitar que Rusia obtenga ingresos adicionales a través de los consumidores asiáticos. Si Japón cesa las importaciones (que hoy representan menos del 1% del petróleo y ≈9% del gas), este nicho será ocupado rápidamente por India, China, etc., lo que para Ucrania significa que la presión sancionadora será menos efectiva.
Al mismo tiempo, Japón es valioso para Kyiv como puerta de entrada a Asia. La cooperación con Tokio ayuda a Ucrania a obtener apoyo de otros países de la región y a encontrar nuevas rutas comerciales. La participación de Japón en la coordinación de sanciones (aunque no energéticas) mejora la posición de Ucrania en las negociaciones en la ONU y el G7. Por ello, no debe ignorarse por completo la exigencia de una renuncia total a los recursos energéticos rusos. Para Japón, estos pasos son posibles únicamente en el contexto de una estrategia común a largo plazo de diversificación, a la que todos los países desarrollados avanzan gradualmente.
Conclusiones clave
Baja autosuficiencia y dependencia de las importaciones. Japón importa casi el 94 % de su energía (principalmente petróleo y gas). La ausencia de recursos propios hace imposible renunciar de manera repentina a cualquier proveedor importante sin preparar reservas o rutas alternativas. El petróleo ruso equilibraba anteriormente las importaciones de Oriente Medio, por lo que su abandono deja abierta la necesidad de importar de otras fuentes.
El importante papel de los proyectos “Sajalín-1” y “Sajalín-2”. “Sajalín-2” proporciona ~9 % de las importaciones japonesas de GNL y alrededor del 3 % de la generación eléctrica. Los contratos a largo plazo están vigentes hasta finales de la década de 2020 y principios de la de 2030, y su ruptura sería costosa y arriesgada. “Sajalín-1” es un proyecto petrolero importante con participación japonesa, aunque actualmente suministra una parte pequeña del total; la presión de EE. UU. está limitada porque allí participan inversores japoneses.
Equilibrio entre sanciones e intereses nacionales. Por un lado, Japón se comprometió a abandonar el petróleo ruso (G7) y apoya la mayoría de las sanciones, intentando a la vez mantener la “estabilidad del suministro energético”. Por otro lado, las elevadas compras de GNL ruso responden a necesidades nacionales. Las autoridades japonesas han repetido en numerosas ocasiones que dejar de importar de Rusia “será difícil para Japón”, y han rechazado la presión unilateral de EE. UU., subrayando las prioridades internas.
Diversificación y transición energética. Japón amplía las importaciones desde EE. UU., Australia, Malasia y otros países, construye reservas estratégicas de GNL, reactiva reactores nucleares e impulsa la energía “verde”.
Impacto en Ucrania. Japón es uno de los principales donantes y aliados de Ucrania, y apoya de manera constante a Kyiv tanto financiera como diplomáticamente. Sin embargo, la continuación de las compras de gas ruso genera preocupación respecto al frente unido contra el agresor. Formalmente, Japón se ha unido “parcialmente” a las sanciones energéticas (limitó el petróleo), pero no se ha adherido plenamente a las sanciones de la UE y sigue comprando gas ruso. Esto puede reducir la eficacia de la presión sobre Moscú, puesto que “si Japón deja de comprar, China e India ocuparán el vacío”. Por otro lado, Japón respalda los intereses de Ucrania en otros ámbitos: congela activos rusos, bloquea suministros tecnológicos críticos y actúa de forma solidaria en la OTAN/G7. Por ello, la cooperación y el diálogo con Tokio siguen siendo extremadamente importantes.
El artículo analítico fue preparado por Maria Hirniak, experta en política de Japón, especialmente para Resurgam.
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