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13 oct 2025|7 MIN.
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Crisis del combustible en Rusia. Cómo Ucrania está destruyendo la gasolinera enemiga

Photo: Getty Images

Durante décadas, la industria petrolera ha sido la columna vertebral de la economía rusa, formando la imagen constante del país como una “gasolinera” y proporcionando una parte crucial de los ingresos presupuestarios.

Los ingresos por la venta de petróleo y productos petrolíferos tradicionalmente financiaban no solo los programas sociales, sino también el amplio complejo militar-industrial. Por eso, los problemas de combustible que hoy observamos en ese país son, sin exagerar, críticos para Rusia.

Un poco de contexto previo

Antes de analizar la actual crisis del combustible, conviene recordar que en septiembre de 2023 la Federación Rusa ya se enfrentó a una versión menor de ella en las regiones fronterizas con Ucrania y en la Crimea ocupada.

Entonces, el déficit surgió por la gran demanda de combustible tanto para fines militares como agrícolas. Y debido a la prioridad para los militares, los demás consumidores sufrieron una grave escasez.

Ya en la primera mitad de 2024 comenzó la aplicación de las sanciones más efectivas contra Rusia, pero esta vez por parte de Ucrania: los ataques de drones de largo alcance contra las refinerías rusas.

Todo comenzó con incidentes relativamente pequeños. En la noche del 18 de enero de 2024, drones de ataque ucranianos golpearon la terminal petrolera de San Petersburgo. En los dos días siguientes se produjeron ataques contra un depósito de petróleo en Klintsy, región de Briansk, donde los tanques ardieron durante dos días. Después de eso, hubo una serie de ataques contra refinerías y terminales petroleras en Ust-Luga, Tuapsé, Yaroslavl y Volgogrado.

Así, según Bloomberg, a 19 de febrero de 2024 ya habían sido atacadas instalaciones que procesaban el 18 % del petróleo ruso.

La crisis actual del combustible

En 2025, Ucrania aumentó significativamente el número y la eficacia de sus ataques. Los ataques ucranianos ya han dejado fuera de servicio el 17 % de la capacidad de procesamiento del país agresor. Según estimaciones de Reuters, esto equivale a más de un millón de barriles diarios. La mayor pérdida es la destrucción de las unidades de craqueo, que convierten el crudo en combustible listo para usar. Sustituirlas bajo las sanciones es prácticamente imposible.

A finales de septiembre, el gobierno ruso impuso una prohibición a la exportación de gasolina y una prohibición parcial al diésel hasta finales de año. Aunque el Kremlin intentó presentar estas medidas como “acciones temporales para estabilizar el mercado interno”, en realidad fueron una muestra de los profundos problemas sistémicos de la refinación rusa.

Además, para reducir la escasez de combustible en el mercado interno, Rusia empezó a importar activamente gasolina de Bielorrusia. En septiembre, el volumen de importaciones se cuadruplicó, y Minsk se convirtió en el principal proveedor de combustible de emergencia para las regiones rusas.

Debido a los ataques a las refinerías y a la reducción del volumen de procesamiento, Rusia comenzó a enfrentarse a un exceso de reservas de crudo. El petróleo se acumula en los tanques, no puede procesarse a tiempo y, por tanto, debe venderse.

La paradoja del crudo

A pesar de las limitaciones internas, en septiembre las exportaciones de crudo aumentaron un 25 % en comparación con agosto. Podría parecer que la situación en Rusia no es crítica. Pero es importante destacar que, para Rusia, la exportación de crudo es más bien una medida forzada ante la imposibilidad de procesarlo.

Además, los productos petrolíferos siempre han sido más rentables que el crudo. Del procesamiento de una tonelada de petróleo se obtiene gran cantidad de gasolina, diésel y fueloil, y cada uno de estos productos tiene un precio mucho más alto que el crudo.

Así se da una situación curiosa: en lugar de refinar el petróleo en sus propias plantas, Rusia se ve obligada a exportarlo, especialmente cuando los precios mundiales del crudo bajan por exceso de oferta. Y después, otros países compran ese petróleo ruso, lo refinan y lo venden.

Problemas históricos del sector

En realidad, los problemas del sector petrolero ruso no comenzaron este año ni siquiera tras el inicio de la guerra a gran escala.

La Unión Soviética basó su economía en el petróleo ya en la década de 1960. Rusia heredó los enormes yacimientos del Volga y Siberia Occidental como su legado petrolero y siguió viviendo de ellos.

Pero incluso antes de 2022, el sector ya tenía serios problemas. Los gigantescos yacimientos de la era soviética empezaban a agotarse. El petróleo fácilmente accesible se estaba terminando y era necesario buscar nuevos métodos de extracción.Las reservas petroleras de Rusia. Wall Street Journal

Las empresas rusas tenían previsto utilizar tecnología estadounidense para explotar los yacimientos, pero las sanciones frustraron esos planes.

Por ello, la proporción de reservas petroleras de difícil acceso en Rusia no deja de aumentar, y la crisis actual agrava aún más la ya de por sí complicada situación del refinado y la extracción de petróleo.Producción de petróleo en Rusia. S&P Global

Expectativas

La crisis del combustible tiene todas las posibilidades de convertirse en uno de los principales problemas de la Rusia actual y, en perspectiva, incluso en uno de los principales factores de su derrota en la guerra. 

Aunque ningún ataque ucraniano aislado contra una refinería es crítico, el efecto acumulativo de los ataques constantes agota el sistema más rápido de lo que puede recuperarse. La falta de repuestos y tecnología hace que cada reparación posterior sea más complicada y larga, y que la extracción sea más cara.Coste medio de la extracción de petróleo en Rusia. S&P Global

Y todo esto ocurre en el contexto de un déficit presupuestario que se ha multiplicado por cinco respecto a 2024.

A corto plazo, la crisis solo se ahondará. Si en 2024 los ataques a las refinerías eran para Moscú dificultades temporales, en 2025 queda claro que recuperar las capacidades perdidas no es posible rápidamente y, en algunos casos, resulta imposible sin tecnologías occidentales. Eso implica una reducción paulatina de la profundidad de la refinación, el paso a esquemas más primitivos y la pérdida de rentabilidad del sector.

Para el mercado interno se traducirá en interrupciones prolongadas en el suministro de combustible. Pese a las declaraciones oficiales, los rusos se enfrentan cada vez con más frecuencia a colas en las estaciones de servicio y a una subida rápida de los precios. La escasez de combustible afecta inevitablemente el coste de la logística, los alimentos y el nivel de vida.

Además, el combustible es un recurso básico para el transporte, la agricultura y el ejército. El Kremlin se ve obligado a dar prioridad a los militares, pero incluso para el ejército la situación no parece estable. La falta de diésel de calidad y de combustible para aviación reducirá de forma notable la movilidad y la capacidad de combate.

A medio plazo, la crisis puede convertirse en una catástrofe energética sistémica que obligue al gobierno a recortar gastos en otros ámbitos, desde programas sociales hasta subvenciones regionales.

Resistencia relativa de Rusia

Al mismo tiempo, sería imprudente afirmar que la industria petrolera rusa va a colapsar de inmediato. Rusia aún dispone de grandes reservas de crudo, capacidades de exportación y recursos para parchear temporalmente las fugas. El Kremlin intentará contener la crisis por todos los medios, utilizando restricciones administrativas, importaciones desde Bielorrusia o descuentos adicionales para compradores asiáticos.

Pero el problema clave es que las dificultades actuales no son puntuales ni de corto plazo. Tienen un carácter sistémico y se agravan mes a mes. Más bien parecen un proceso de desgaste lento, difícil de frenar con rapidez.

Por ello, la economía rusa puede mostrar aún durante un tiempo una apariencia de estabilidad, pero internamente ya hay tendencias hacia la estagnación y la degradación. Y son precisamente esas consecuencias acumulativas las que podrían convertirse en una de las causas decisivas del debilitamiento de Rusia en los próximos años.

Qué significa esto para Ucrania

Para Ucrania, la crisis del combustible rusa abre una ventana estratégica única. Primero, el desgaste progresivo del sistema de combustible enemigo disminuye su capacidad de sostener una guerra prolongada de alta intensidad. Eso implica que el tiempo empieza a jugar a favor de Kiev: cuanto más dure la guerra, mayores serán los costes que Moscú debe afrontar para mantener siquiera un nivel básico de capacidad combativa.

Segundo, la crisis en la refinación ofrece a Ucrania una herramienta de influencia indirecta, unas “cartas” para la negociación. Cada nuevo ataque a una refinería o terminal no solo causa un daño directo a la economía rusa, sino que agrava los problemas existentes, obligando al Kremlin a destinar recursos a reparaciones, protección de instalaciones y búsqueda de fuentes alternativas de suministro.

Esto abre espacio para acciones asimétricas, donde inversiones relativamente pequeñas ucranianas en drones o misiles provocan pérdidas desproporcionadas al enemigo.

Resulta lógico continuar la estrategia de atacar refinerías. A la larga, esto empeorará la situación y demostrará que Rusia es un coloso de pies de barro, que en algún momento podría caer.


Material analítico preparado por Anatoliy Gorshkov especialmente para la comunidad internacional de información y análisis Resurgam.

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