Geopolítica nuclear en los Balcanes. ¿Qué hay detrás de los intereses de Serbia y “Rosatom” en las negociaciones sobre la construcción de una central nuclear?
En noviembre de 2024, Serbia anuló la prohibición vigente desde 1989 sobre la construcción de centrales nucleares. La razón de esta decisión fue la dependencia del país de las centrales térmicas de carbón, el aumento del consumo interno y la limitada capacidad de importar recursos energéticos. En concreto, más del 62% de la producción eléctrica de Serbia procedía de combustibles fósiles sólidos, lo que convierte la transición a la energía nuclear en una de las vías más realistas para aumentar la estabilidad energética del Estado.
En el marco del “pacto verde”, Belgrado amplió sus contactos con la empresa surcoreana KHNP, firmando en 2025 dos memorandos de cooperación, y con la francesa EDF, que está investigando el potencial del uso de la energía nuclear en Serbia. Durante la visita de Aleksandar Vučić a Pekín en septiembre de 2025, se celebraron negociaciones en las que el presidente serbio expresó su disposición a cooperar con “Rosatom” en el contexto de la construcción de una central nuclear, dado que la corporación posee ventajas competitivas, especialmente un ciclo de producción completo: desde la construcción hasta el suministro de combustible y la gestión de residuos.
Los intereses de Serbia en la cooperación con “Rosatom”
La Comisión Europea, en 2023-2024, introdujo el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), en el marco del cual se exige a Serbia, como país candidato a la adhesión, reducir las emisiones de CO₂. Esto tiene un impacto directo en la exportación de metales y cemento serbios, y significa que sin una energía baja en carbono el país perderá competitividad en el mercado industrial. Dado que Serbia depende en más de un 65% de centrales eléctricas de lignito (carbón), el cumplimiento de los requisitos de la UE sobre descarbonización obligó al Estado a buscar apoyo para desarrollar una fuente de energía ecológica.
Serbia aspira a garantizar su seguridad energética sustituyendo su generación obsoleta. Una ventaja importante será equilibrar la oferta y la demanda de electricidad, reduciendo la vulnerabilidad ante las fluctuaciones estacionales y las crisis. Además, si el proyecto se materializa, Serbia no solo podrá cubrir sus propias necesidades, sino también convertirse en exportador de electricidad en la región de los Balcanes, lo que reforzará su influencia geopolítica sobre los países vecinos y fomentará la formación de personal altamente cualificado.
El gobierno serbio puede utilizar el anuncio de la construcción de la central nuclear como demostración de progreso tecnológico y de integración europea, algo especialmente relevante en el contexto de las protestas masivas que llevan cerca de un año en el país. Por un lado, esto aumentaría la popularidad del gobierno; por otro, suscita resistencia por parte de la oposición, que advierte de los riesgos de dependencia de Rusia. Sin embargo, el presidente Vučić considera la construcción de la central nuclear una oportunidad para presentarse como el líder que ha conseguido un “avance energético” para el país.
La construcción de una central nuclear es una iniciativa extremadamente costosa para Serbia, imposible sin financiación externa. “Rosatom” ofrece al país un acuerdo ventajoso con préstamos a bajo interés a través de bancos estatales rusos. No obstante, en tales circunstancias, Belgrado —que tiene un acceso limitado a los mercados de la UE— se vería en una dependencia financiera de Moscú durante décadas. A largo plazo, esto supondría riesgos de pérdida de soberanía por parte de Serbia en la definición de su política energética nacional.
Los intereses de Rusia en el proyecto nuclear serbio
Tras 2022, “Rosatom” fue objeto de sanciones, lo que limitó su influencia en una gran parte de los mercados energéticos mundiales. Dado que los Balcanes siguen siendo una región de presencia estable de Moscú, un proyecto conjunto con Serbia podría convertirse en un avance económico y político para Rusia, demostrando que el aislamiento no impide al Kremlin exportar productos de alta tecnología. Si ambas partes aprueban la construcción, la iniciativa podría convertirse en un ejemplo de la “nueva diplomacia energética” rusa.
La cooperación energética con Belgrado abre a Moscú nuevas oportunidades para reforzar su influencia en la región balcánica. La construcción de la central nuclear generará una dependencia estructural de Serbia en cuanto al combustible, los equipos, el mantenimiento y otros elementos controlados por el proveedor —Rusia—. Con la realización del proyecto, el Kremlin obtendría un canal significativo de presión económica y geopolítica sobre la región de los Balcanes, que ya es bastante dependiente en algunos ámbitos y está sujeta constantemente a la influencia informativa de la Federación Rusa.
La aprobación del proyecto representará un acuerdo financieramente rentable para Rusia, ya que “Rosatom” proporcionará el ciclo completo —desde la financiación hasta la explotación—, lo que permitirá a Moscú obtener beneficios y contratos internacionales de mantenimiento a largo plazo que contribuirán a sacar al país de su aislamiento internacional. Además, Rusia obtendrá control sobre una parte de la política energética de Serbia y, en caso de exportar energía a los países vecinos de los Balcanes, adquirirá la capacidad de influir también en otros Estados importadores.
El papel de la UE y otros actores
La Comisión Europea sigue de cerca el curso de las negociaciones, ya que considera el acuerdo con “Rosatom” como una posible amenaza para la seguridad energética de la UE y de la región en general, además de contradecir el régimen de sanciones. Bruselas podría exigir la realización de una licitación internacional y la participación de empresas europeas en el proceso, con el fin de evitar el monopolio ruso en Serbia.
Dado que la construcción de una central nuclear tiene un impacto transfronterizo, los países limítrofes con Serbia, como Croacia, Rumanía, Bosnia y Herzegovina, podrían presentar una nota de protesta contra el proyecto debido a los riesgos medioambientales. Esto podría dar lugar a consultas adicionales con expertos internacionales.
Debido a las sanciones, los bancos internacionales, por lo general, no financian proyectos en los que participe la parte rusa. Esto significa que Serbia no dispondrá de fuentes alternativas de capital y aumentará su dependencia de Moscú, lo que influirá tanto en su política interna como exterior.
Impacto potencial en Ucrania y sus intereses de política exterior
El fortalecimiento del papel de Rusia en los Balcanes dificultará a Ucrania promover sanciones antirrusas y debilitará sus posiciones en la lucha por el espacio informativo. La dependencia financiera de Serbia se convertirá en un instrumento de presión para Moscú en el contexto de la guerra en Ucrania.
Además, la erosión de la solidaridad energética afectará a la política de sanciones contra Rusia, ya que varios países podrían sentirse motivados a entablar negociaciones con el Kremlin. La cooperación entre Moscú y Serbia podría ser interpretada como una señal de disminución del aislamiento internacional del Kremlin, lo que a su vez debilitaría el apoyo a Ucrania.
Conclusiones
Serbia se enfrenta en el ámbito energético a una elección entre el modelo de desarrollo moscovita —una solución rápida pero dependiente— y el modelo europeo —un camino más lento, pero estable y seguro, basado en estándares de transparencia—. Las negociaciones de Serbia con “Rosatom” no representan solo una decisión económica de Belgrado para establecer su soberanía energética, sino también la definición de una dirección estratégica de su política exterior.
Además, Belgrado se enfrenta a una serie de riesgos adicionales, como una posible exclusión de los mercados y programas de inversión europeos, el riesgo de caer bajo sanciones y la dificultad de acceder a fondos y créditos internacionales, entre otros.
El artículo analítico fue preparado por Daria Honcharenko, pasante del think tank Resurgam.
Puede que te interese









